Se sentaba a más de tres filas detrás mía, pero poco a poco fue ganando filas hacia delante como escalones en mi corazón. Quién podría odiar a esa azafata de ojos verdes que te hacía llegar a 3 metros sobre el cielo con sólo rozarte. Quién podría odiar a una cosa tan grande.
Creo que nadie ha aguantado tantas lágrimas mías como ella, a veces por idiotas sin sentido, otras por que la idiota era yo y otras tantas que he tenido que secarle yo.
" De to se sale" como ley madre entre las dos.
Ahora somos algo más madura, y ya no grabamos vídeos de como inflar condones, ni bailamos canciones a lo "spice girl". Hemos crecido en todos los sentidos, como también ha crecido " nuestra amistad" como han decidido llamarlo algunos y que yo me empeño en no darle nombre, porque algo tan grande no puede llamarse de una forma tan simple y sencilla como esa.
Y es que hay veces que puede llegar a sacarme de quicio, y otras en la que le toca a ella odiarme a mí, puede que no seamos perfectas, que nos gritemos más de lo que nos decimos te quiero, pero en el fondo sabemos que no hay una sin la otra, o al menos, así pienso yo.
Porque razones para quererla tenemos todos, pero os aseguro que yo muchas más que vosotros.

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