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sábado, 4 de enero de 2014

Lo he intentado todo, excepto lo que funcionaba. He intentado sentir, pero no ser. Intenté querer, y no quedarme. Intenté ver, pero no mirar. Será que es demasiado tarde, y a estas horas nunca es pronto para llegar a ningún lugar. Caminé hasta entender que no iba a ningún sitio, pero ya estaba muy lejos. Muy lejos para volver, o para llorar y que sirviese de algo. Quisiera romperlo todo. Romperme. Quisiera cambiar lo necesario: las cicatrices. Embadurnarme en la piel de cualquier otro. Despertar al lado de quien quiera ser amanecer en mi vida. Y fumar excesivamente.
Pasará el tiempo, los años, los inviernos congelando las hojas, la primavera coloreando las sonrisas, el verano divirtiendo a los termómetros, y yo seguiré aquí, en esta indecisión de no saber moverme entre los escombros. 
Pasarán mis besos por otra boca, y mis manos por otros cuerpos. Mi pasión incendiará otras camas, y la noche apagará a aquellos que estén solos. Lloraré cuando la soledad no pueda fregarlo todo. Cuando los charcos de la desesperación sean más profundos que la esperanza. Me mirarán y yo cerraré los ojos.Y al final, cuando ya no queda nada, seguirá brillando esa luz en el túnel. Ese empujón hacia atrás, cuando estás en el borde. ¿Lo entendéis? Siempre no será más que otro comienzo. Y el tocar fondo no será más que una superficie distinta. Tú ponme otra cerveza, corazón, que me falta alcohol para compensar mi vida. Si tú supieras, y si yo ignorara cómo saber callarme tanto. No gritar tan hacia adentro, de donde el sonido no sabe salir.

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