No sé
cuántos cigarros llevo desde que dejé de fumar, o cuántos insomnios me
has provocado desde que no pienso en ti. Cuántas canciones ha
reproducido el silencio, dónde empieza la distancia y dónde el
orgullo.
No sé cuántas maletas he hecho, para terminar quedándome tirada
en la cama, esperando que vinieses de madrugada y me dijeses que es
hora de ir a París.
"Sigo sangrando todo tipo de esperanzas,
ya lo ves. "
A veces cierro los ojos. A veces miro las estrellas, son
como eras tú, cuando estabas: brillan entre tanta oscuridad.
Y es eso,
que aunque sé que existen los finales, siempre he ignorado cómo tenerlos
en cuenta.
Me abrazo las rodillas con fuerza, es la única forma; la
única que tengo de sentir que sigo siendo de carne y hueso porque
algunas noches me siento más bien como si fuese el humo que sale de tu
boca al fumar.
Hay demasiadas colillas amontonadas y apagadas en el
cenicero, y cada vez que las miro pienso:
"Esto es todo lo que nos
queda". CENIZAS.
Algo se ha quemado, creo que he sido yo. Creo que es
demasiado tarde para llegar a tiempo a cualquier parte, y es que hace
mucho que sólo deseo llegar a tus brazos.
Ya no puedo llorar. Ya no
recuerdo cómo era eso de no querer salir corriendo. Salir corriendo
pero de mí. De mí...
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