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miércoles, 11 de septiembre de 2013

No sé cuántos cigarros llevo desde que dejé de fumar, o cuántos insomnios me has provocado desde que no pienso en ti. Cuántas canciones ha reproducido el silencio, dónde empieza la distancia y dónde el orgullo.
 No sé cuántas maletas he hecho, para terminar quedándome tirada en la cama, esperando que vinieses de madrugada  y me dijeses que es hora de ir a París.

"Sigo sangrando todo tipo de esperanzas, ya lo ves. "

A veces cierro los ojos. A veces miro las estrellas, son como eras tú, cuando estabas: brillan entre tanta oscuridad. 
 Y es eso, que aunque sé que existen los finales, siempre he ignorado cómo tenerlos en cuenta.
 Me abrazo las rodillas con fuerza, es la única forma; la única que tengo de sentir que sigo siendo de carne y hueso porque algunas noches me siento más bien como si fuese el humo que sale de tu boca al fumar. 
Hay demasiadas colillas amontonadas y apagadas en el cenicero, y cada vez que las miro pienso:  

"Esto es todo lo que nos queda". CENIZAS.

Algo se ha quemado, creo que he sido yo. Creo que es demasiado tarde para llegar a tiempo a cualquier parte, y es que hace mucho que sólo deseo llegar a tus brazos.
 Ya no puedo llorar. Ya no recuerdo cómo era eso de no querer salir corriendo. Salir corriendo pero de mí. De mí... 

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