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domingo, 1 de septiembre de 2013

La ciudad de los sueños.

Y entonces me descubrí mirándome.
Allí estaba yo, en pie, justo enfrente del espejo donde siempre te imaginaba.

Entonces tus formas tenían el sentido perfecto,
al compás que marcaba el movimiento de los velos que cubrían las ventanas.
Como parte de un plan astutamente preparado, te imaginaba siempre allí escondido con la cantidad justa de luz,la suficiente como para que yo, pudiese verte.


Me descubrí mirándome y puse el empeño suficiente para descubrirme al detalle.
Durante unos minutos centré toda la atención en mis ojos, grandes, de tonos melosos,
y fue entonces cuando por primera vez te descubrí en mí.
Allí estabas tú, en cada movimiento, en cada parpadeo.
Sorprendida decidí continuar con la "auto-exploración"
y en cada uno de los pasajes de mi cuerpo pude descubrirte,
en algunos más escondido que en otros, pero en casi todos estabas bien presente.

¿Por qué estaba sucediendo?
¿Por qué prácticamente tú y yo formábamos un solo elemento? ¿Un solo ser?


Quizás te había idealizado tanto que "de a poquito" me fui componiendo contigo
hasta descubrir que yo estaba completamente hecha de pedacitos de ti. 


Fragmento extraído del cuento "La ciudad de los sueños" escrito por Antonio Orozco.

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