Y debo decir que creo plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoror tus lunares y que tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mis noches, pero te quise y te quiero aunque estemos destinados a no ser.
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viernes, 20 de septiembre de 2013
jueves, 12 de septiembre de 2013
2o poemas de amor y una canción desesperada.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Poema XX. Pablo Neruda.
miércoles, 11 de septiembre de 2013
No sé
cuántos cigarros llevo desde que dejé de fumar, o cuántos insomnios me
has provocado desde que no pienso en ti. Cuántas canciones ha
reproducido el silencio, dónde empieza la distancia y dónde el
orgullo.
No sé cuántas maletas he hecho, para terminar quedándome tirada en la cama, esperando que vinieses de madrugada y me dijeses que es hora de ir a París.
"Sigo sangrando todo tipo de esperanzas, ya lo ves. "
A veces cierro los ojos. A veces miro las estrellas, son como eras tú, cuando estabas: brillan entre tanta oscuridad.
Y es eso, que aunque sé que existen los finales, siempre he ignorado cómo tenerlos en cuenta.
Me abrazo las rodillas con fuerza, es la única forma; la única que tengo de sentir que sigo siendo de carne y hueso porque algunas noches me siento más bien como si fuese el humo que sale de tu boca al fumar.
Hay demasiadas colillas amontonadas y apagadas en el cenicero, y cada vez que las miro pienso:
"Esto es todo lo que nos queda". CENIZAS.
Algo se ha quemado, creo que he sido yo. Creo que es demasiado tarde para llegar a tiempo a cualquier parte, y es que hace mucho que sólo deseo llegar a tus brazos.
Ya no puedo llorar. Ya no recuerdo cómo era eso de no querer salir corriendo. Salir corriendo pero de mí. De mí...
No sé cuántas maletas he hecho, para terminar quedándome tirada en la cama, esperando que vinieses de madrugada y me dijeses que es hora de ir a París.
"Sigo sangrando todo tipo de esperanzas, ya lo ves. "
A veces cierro los ojos. A veces miro las estrellas, son como eras tú, cuando estabas: brillan entre tanta oscuridad.
Y es eso, que aunque sé que existen los finales, siempre he ignorado cómo tenerlos en cuenta.
Me abrazo las rodillas con fuerza, es la única forma; la única que tengo de sentir que sigo siendo de carne y hueso porque algunas noches me siento más bien como si fuese el humo que sale de tu boca al fumar.
Hay demasiadas colillas amontonadas y apagadas en el cenicero, y cada vez que las miro pienso:
"Esto es todo lo que nos queda". CENIZAS.
Algo se ha quemado, creo que he sido yo. Creo que es demasiado tarde para llegar a tiempo a cualquier parte, y es que hace mucho que sólo deseo llegar a tus brazos.
Ya no puedo llorar. Ya no recuerdo cómo era eso de no querer salir corriendo. Salir corriendo pero de mí. De mí...
jueves, 5 de septiembre de 2013
nuestra guerra mundial.
Me cansé de esperar pero te sigo esperando, y es entonces cuando odio que la esperanza sea la última en abandonarnos.
Me sé de memoria todas tus excusas, todas aquella que ponías para mí. No vendrás y yo me quedaré en casa con la cama a medio hacer, y el paquete de tabaco medio vacío.
Aborrezco esa parte de mí que es más tuya que mía, además de que sea la parte más bonita que tenga. Mira que había precipicios en el mundo, y vine a caer en el de tus ojos. Ya no recuerdo cuantos lunares tienes en la espalda: ¿5,4,3,2,1?, es como una cuenta atrás que no termina en nada
Creo que tienes 7, el número de la suerte para aquella que te los esté contando ahora.
Si cierro los ojos aún puedo verte de espaldas, sentado en aquel bar. No sé a que jugabamos mientras hacíamos como si fuesemos a querernos, o por lo menos yo. Ahora comprendo que algunos juegos se parecen más a una tercera Guerra Mundial, y que aquella vez eclosionó un mundo en el que nosotros eramos los únicos habitantes. Por mi parte han quedado miles de ruinas, cartas de amor que nunca llegué a mandarte, conversaciones de Whatsap de madrugadas, promesas de " un viaje" que nunca hicimos y recetas para la soledad que han caducado.
No hay tiritas para esas heridas ni suficientes ojos bonitos en el mundo para olvidar que los tuyos, fueron los únicos en mucho tiempo que consiguieron quedarse en mis cicatrices el tiempo suficiente como para ver más alla de lo que yo nunca supe enseñarle a nadie.
No llamastes a la puerta, entrastes directamente, y te sentastes a mi lado en aquel piso que aún me recuerda a ti cuando voy.
Querer no se si me quisites, supongo que no, como tampoco llegarás a quererme un día de estos, pero me salvastes la vida más que nadie, jamás, me había salvado.
Aún me estremezco cuando pienso en aquella gente que dice que olvidar es fácil, como si pasar de hoja de un libro se tratase. No se habrán enamorado de ti como lo he hecho yo, supongo...
Me sé de memoria todas tus excusas, todas aquella que ponías para mí. No vendrás y yo me quedaré en casa con la cama a medio hacer, y el paquete de tabaco medio vacío.
Aborrezco esa parte de mí que es más tuya que mía, además de que sea la parte más bonita que tenga. Mira que había precipicios en el mundo, y vine a caer en el de tus ojos. Ya no recuerdo cuantos lunares tienes en la espalda: ¿5,4,3,2,1?, es como una cuenta atrás que no termina en nada
Creo que tienes 7, el número de la suerte para aquella que te los esté contando ahora.
Si cierro los ojos aún puedo verte de espaldas, sentado en aquel bar. No sé a que jugabamos mientras hacíamos como si fuesemos a querernos, o por lo menos yo. Ahora comprendo que algunos juegos se parecen más a una tercera Guerra Mundial, y que aquella vez eclosionó un mundo en el que nosotros eramos los únicos habitantes. Por mi parte han quedado miles de ruinas, cartas de amor que nunca llegué a mandarte, conversaciones de Whatsap de madrugadas, promesas de " un viaje" que nunca hicimos y recetas para la soledad que han caducado.
No hay tiritas para esas heridas ni suficientes ojos bonitos en el mundo para olvidar que los tuyos, fueron los únicos en mucho tiempo que consiguieron quedarse en mis cicatrices el tiempo suficiente como para ver más alla de lo que yo nunca supe enseñarle a nadie.
No llamastes a la puerta, entrastes directamente, y te sentastes a mi lado en aquel piso que aún me recuerda a ti cuando voy.
Querer no se si me quisites, supongo que no, como tampoco llegarás a quererme un día de estos, pero me salvastes la vida más que nadie, jamás, me había salvado.
Aún me estremezco cuando pienso en aquella gente que dice que olvidar es fácil, como si pasar de hoja de un libro se tratase. No se habrán enamorado de ti como lo he hecho yo, supongo...
domingo, 1 de septiembre de 2013
La ciudad de los sueños.
Y entonces me descubrí mirándome.
Allí estaba yo, en pie, justo enfrente del espejo donde siempre te imaginaba.
Entonces tus formas tenían el sentido perfecto,
al compás que marcaba el movimiento de los velos que cubrían las ventanas.
Como parte de un plan astutamente preparado, te imaginaba siempre allí escondido con la cantidad justa de luz,la suficiente como para que yo, pudiese verte.
Me descubrí mirándome y puse el empeño suficiente para descubrirme al detalle.
Durante unos minutos centré toda la atención en mis ojos, grandes, de tonos melosos,
y fue entonces cuando por primera vez te descubrí en mí.
Allí estabas tú, en cada movimiento, en cada parpadeo.
Sorprendida decidí continuar con la "auto-exploración"
y en cada uno de los pasajes de mi cuerpo pude descubrirte,
en algunos más escondido que en otros, pero en casi todos estabas bien presente.
¿Por qué estaba sucediendo?
¿Por qué prácticamente tú y yo formábamos un solo elemento? ¿Un solo ser?
Quizás te había idealizado tanto que "de a poquito" me fui componiendo contigo
hasta descubrir que yo estaba completamente hecha de pedacitos de ti.
Fragmento extraído del cuento "La ciudad de los sueños" escrito por Antonio Orozco.
Allí estaba yo, en pie, justo enfrente del espejo donde siempre te imaginaba.
Entonces tus formas tenían el sentido perfecto,
al compás que marcaba el movimiento de los velos que cubrían las ventanas.
Como parte de un plan astutamente preparado, te imaginaba siempre allí escondido con la cantidad justa de luz,la suficiente como para que yo, pudiese verte.
Me descubrí mirándome y puse el empeño suficiente para descubrirme al detalle.
Durante unos minutos centré toda la atención en mis ojos, grandes, de tonos melosos,
y fue entonces cuando por primera vez te descubrí en mí.
Allí estabas tú, en cada movimiento, en cada parpadeo.
Sorprendida decidí continuar con la "auto-exploración"
y en cada uno de los pasajes de mi cuerpo pude descubrirte,
en algunos más escondido que en otros, pero en casi todos estabas bien presente.
¿Por qué estaba sucediendo?
¿Por qué prácticamente tú y yo formábamos un solo elemento? ¿Un solo ser?
Quizás te había idealizado tanto que "de a poquito" me fui componiendo contigo
hasta descubrir que yo estaba completamente hecha de pedacitos de ti.
Fragmento extraído del cuento "La ciudad de los sueños" escrito por Antonio Orozco.
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